Desde mi perspectiva el estrés y la ansiedad tienen muchas caras, y no siempre somos capaces de entender que estamos frente a un proceso que se retroalimenta de nuestros propios pensamientos. Por eso es útil comenzar por saber que el estrés y la ansiedad no son lo mismo, pero muchas veces son utilizados como sinónimos.
Analicemos a nuestros ancestros miles de años atrás, ellos tenían la obligación de ser los proveedores de sus alimentos de una manera muy presencial, física. Su principal tarea era cazar animales para poder alimentar a sus familias. Las mujeres por su lado, se ocupaban de la recolección de frutos y del cuidado de los niños.
Tratemos de imaginar un día en la vida de esos hombres de taparrabo: se levantaban temprano en la mañana y salían de caza. Se enfrentaban con distintos tipos de adversidades, y muchas veces su vida estaba en juego. Supongamos que un tigre, percibe que este hombre está acercándose, y decide atacarlo. Pongamos pausa ahí y observemos al estrés comenzando a aparecer en la vida de estos primeros hombres.
El cuerpo a través de los años, se ha ido transformando gracias a su capacidad de adaptación y previsión de estas situaciones de ataque, por lo que internamente se suceden varias cosas al mismo tiempo, que permiten hacerle frente a este momento de dos maneras: enfrentarlo o huir.
Todo comienza cuando el cuerpo, al reaccionar ante el estrés, empieza a liberar hormonas para que el celebro esté más alerta. Es entonces cuando las pupilas se agrandan para mejorar la visión, el oído se agudiza, los músculos se tensan, la frecuencia cardíaca y respiratoria comienzan a aumentar y la sangre empieza a fluir rápidamente. Esta sangre va directamente a los pulmones, riñones, músculos grandes, y el cerebro, disminuyendo el torrente en los órganos involucrados en la digestión y circulación periférica. En definitiva todo el cuerpo se prepara para la acción. Una vez que termina el evento, ya sea que hayamos decidido correr y subirnos al árbol más cercano para que el tigre no nos coma, o pelear contra él, nuestro cuerpo comienza el periodo de recuperación, donde nuestras funciones vuelven a su estado normal. La sangre empieza a circular por todo nuestro cuerpo, baja el ritmo cardíaco, se liberan los músculos, y obtenemos un estado de relajación.
Este es un circuito normal de Estrés, que es la REACCIÓN DE TU CUERPO en búsqueda de adaptarse a un desafío o demanda. A corto plazo, estas reacciones son buenas porque pueden ayudarte a manejar la situación que la causa. De esta manera tu cuerpo se protege a sí mismo. Pero cuando el estrés dura mucho tiempo, tu cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro y esto claramente puede dañar tu salud.
DOS TIPOS DE ESTRÉS
Existen dos tipos de estrés:
EUSTRES O ESTRÉS POSITIVO. Este estrés es de corto plazo, desaparece rápidamente. Lo sentimos cuando tenemos un nuevo desafío, algo nuevo o emocionante, o simplemente cuando mientras manejamos, el auto de adelante frena de golpe y reaccionamos justo para apretar el freno y no chocar. Este tipo de Estrés te ayuda a controlar las situaciones peligrosas. Todas las personas lo sienten en algún momento de su vida y está bien que así sea.
DISTRES. Podríamos definirlo como el estrés desagradable. Ocasiona un exceso de esfuerzo en relación a la carga y va acompañado siempre de un desorden fisiológico.
Para el Lic. Daniel Wengrovky no hay persona que no experimente un episodio de estrés. "Es la herramienta con la que estamos equipados desde fábrica. Nos permite alcanzar nuestras metas, solucionar nuestros problemas, convivir con ellos y acceder a un nivel importante de felicidad y gratificación".
Ahora bien, diferenciémoslo de la conocida ANSIEDAD. El estrés es un proceso de adaptación al medio ante una amenaza, la ansiedad es un ESTADO EMOCIONAL como respuesta a las situaciones estresantes.
En nuestra sociedad de hoy el trastorno por ansiedad laboral se manifiesta a través del nerviosismo, agotamiento, fatiga, falta de concentración, alteración del sueño, tensión muscular excesiva, ataque de nervios, inquietud, entre otras. Todas estas manifestaciones provocan que nuestro rendimiento laboral se vea afectado. Al poseer estados de nerviosismo y agotamiento, nuestro enfoque se ve sumamente reducido y es posible que nuestra productividad decaiga en grandes niveles. Sumado a esto, la tensión y el humor comienzan a modificar nuestra conducta, por lo cual las relaciones con los que nos rodean, también pueden alterarse y manifestar desentendidos en el equipo y mal estar laboral.
Si podemos aprender a manejar nuestros estados emocionales y corporales, podemos combatir a este agente, y no terminar en un alto nivel de ansiedad que hoy se conoce como «burn out», o síndrome del quemado.
LO QUE EL CUERPO NECESITA
En periodos de ansiedad nuestro organismo, como bien explicamos antes, se tensa, por lo cual ahí comienzan la serie de torturas llamadas contracturas, que derivan en dolores de cabeza y otros síntomas fisiológicos.
Habiendo sido alguien con trastornos de ansiedad laboral y padecido sus consecuencias, me dediqué mucho tiempo a estudiar cuáles son las mejores maneras de hacerle frente a este síntoma. Cabe entender que todos somos individuos diferentes y por ende tenemos respuestas diferentes a los estímulos, pero encontré ciertos parámetros que pueden ayudarte.
Comencemos por pensar al estrés como causante de tensión. Es ahí donde lo necesario es mover el cuerpo para poder liberarse. Pero si vamos a lo más básico, cuando entramos en periodos de ansiedad perdemos el centro de conexión con nosotros mismos, y la forma de recuperarlo es a través de la respiración.
Aquí te dejo unos tips para poder hacer algo tan sencillo y tan difícil a la vez, como es trabajar con tu respiración.
CONECTATE CON TU RESPIRACION
- Alejate de tu computadora y sentate en un lugar tranquilo.
- Si es posible, probá escuchando alguna música de relajación que te ayude a desconectar tus pensamientos.
- Sentate con la espalda derecha y cerrá tus ojos concentrándote en tu respiración.
- Inhalá por 5 segundos llenando todos tus pulmones de aire.
- Retené por 5 segundos sin largar el aire.
- Exhalá en 5 segundos vaciando todos tus pulmones.
- Repetí el procedimiento 10 veces y si viene algún pensamiento a tu cabeza intentá que pase como si fueran nubes corriendo en el cielo. No te enganches con ninguno de los que aparezcan.
Para incrementar el poder de la relajación, sería ideal que no seas interrumpido por unos momentos, así que si podes hacerlo lejos de tu computadora, y al aire libre ¡muchísimo mejor!
CIERRE: Vivimos en un mundo sumamente acelerado, donde el beneficio de parar y observar es pasado por alto. Te invito a que te reconectes con tu respiración y con el entorno que te rodea, para que la ansiedad no te tape las ideas, y puedas fluir tanto en la oficina como en tu vida personal.
TAGS: Desarrollo personal, Ansiedad y estrés, Mejora clima laboral, Relajación práctica, Respiración, Conexión interna.
POR: Carolina Varzabetian
Soy Carolina Varzabetian, tengo 35 años y me recibí de Licenciada en Diseño Gráfico. Con experiencia profesional en diseño y marketing durante varios años, hoy soy fundadora de Woman+weconnect un emprendimiento dirigido a mujeres con el fin de crear una comunidad de contención y guía para el desarrollo personal. Escribo cada miércoles a mis seguidoras, organizo talleres in Company en temáticas de desarrollo personal, y trabajo como capacitadora del Programa BAemprende de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Amante del eterno aprendizaje, de los viajes lejanos, y de mi perro Felipe.
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